Lo
que quedaba de día y la mañana siguiente James se dedicó a
interrogar a absolutamente todos los pasajeros, con los turistas le
costó más. No le contó a nadie que yo iba a revelar el secreto,
sólo que le contraté para asegurarme protección. A nadie le
pareció extraño.
London
Exprés, día 2:
James
llevaba una libreta con él, allí tenía todo apuntado:
“Lauren
Aldridge: poco discreta, le gusta llamar la atención. Llegó
al escenario del crimen a las 07:16 p.m., cuando llegó se desmayó
al ver tanta sangre. Cuando se recuperó, dijo que Emma le pareció
una buena chica y que nadie tendría motivos para matarla. Voy
a seguirla sin que me vea.”
James
era un maestro del espionaje, estaba siguiendo a la señora Aldridge
cuando vio que de la cabina número 3 salía una mano que le
entregaba unos papeles un poco antiguos. Lauren se fue como si no
pasase nada.
“Mike
Bennett: sospechoso, enigmático. Llegó al escenario del crimen el
último, tiene antecedentes por falsificación de documentos, la
muerte de la señorita Montrose no le afectó lo más mínimo. Él se
aloja en la cabina 3, ¿fue él el que le entregó los papeles a la
señora Aldridge?”
James
estuvo investigando a Mike un largo tiempo, no logró descubrir nada.
Iba a irse cuando se chocó con Christopher Evans.
-Oh,
disculpe, no le he visto -se disculpó James.
-No
se preocupe -dijo Christopher un tanto nervioso.
-¿Puedo
saber a dónde se dirige?
-Oh,
eh... al baño, es una urgencia. Adiós.
Christopher
se fue prácticamente corriendo.
“Christopher
Evans: profesor, nervioso, inquieto. Llegó al escenario del crimen a
las 07:15 p.m., no dijo nada, pero su cara lo decía todo: le afectó
mucho la muerte de Emma Montrose. Cuando se alejaba por el pasillo
tras haberse chocado conmigo, le vi llorar. Le fue infiel a su mujer.
Elizabeth
Evans: mujer de Christopher, profesora de Ciencias Sociales,
agradable y muy bella. Llegó al escenario del crimen a las 07:17
p.m., cuando debería haber llegado junto a su marido.
Emma
Montrose se veía con Christopher Evans.”
James
Montgomery se fue hacia su cabina a descansar un poco. Se paró antes
de entrar al vagón cuando vio a la violinista entrar a su cabina con
un maletín de trabajo. Grace se dejó la puerta entornada y James
aprovechó para asomarse; lo que vio le dejó sorprendido.
“Grace
Shepard: violinista, arrogante, maniática. Llegó al escenario del
crimen a las 07: 19 p.m., junto al conde, desde su vagón al de Emma
se tardan dos minutos, no cuatro. El anillo podría ser suyo. Tiene
un asunto con el conde.
Conde
de Saint Germain: una pizca inestable mentalmente, ha sido visto
hablando solo, un poco extraño. Llegó a la cabina de la señorita
Montrose junto con la señorita Shepard, otro posible dueño del
anillo, hoy le he vuelto a ver discutiendo con la violinista. Parece
que cada día se encuentra peor.
El
anillo tiene un pequeño relieve que no había visto antes; me ha
desaparecido, lo han robado.”
London
Exprés, día 3:
James
Montgomery se pasó todo el día siguiendo a los sospechosos y
haciendo preguntas sobre la relación que tenían los pasajeros entre
ellos. Le hicieron creer que no se conocían de nada, son unos
mentirosos. James no paró en todo el día: iba de un lado para otro,
escribiendo notaciones en su libreta, sin dejar de observar a todo
aquel que se le acercaba.
“He
encontrado el arma del crimen, estaba escondida en mi vagón, en el
cual están las cabinas 9, 10, 11 y 12. Todo apunta hacia Elizabeth,
pero no la veo capaz de matar a nadie. He vuelto a ver a Lauren
Aldridge y a Mike Bennett susurrando, he logrado entender algo de
unos papeles. Los he encontrado, esto explica muchas cosas. También
he visto a la violinista con el anillo de las iniciales. He
encontrado una trampilla secreta, no sé como se abre.”
Yo
aún no me acostumbro a ser un espíritu, es todo tan extraño. No
siento ni hambre ni sueño, es como estar en trance. Normalmente sigo
a James para ver como trabaja, me resulta interesante. Pero he
descubierto un pasatiempo que me gusta mucho más: atormentar a aquel
que me asesinó. Mi pena se ha transformado en furia, mi asesino
pagará por lo que hizo.
London
Exprés, día 4:
James
se levantó a las 06:00 a.m. después de estar casi toda la noche sin
dormir: necesitaba descubrir quién me mató. Se pasó tres horas en
su cabina dándole vueltas a lo que ocurrió el primer día, a mi
muerte. Tenía una vaga hipótesis, pero no conseguía desarrollarla,
no le encontraba sentido. Hasta que por fin, a las 09:12 a.m. se dio
cuenta de todo. Salió corriendo de su cabina sin molestarse siquiera
en cerrar la puerta.
-”Está
claro, ¿cómo no me he podido dar cuenta antes?”- James se dirigía
hacia el maquinista para pedirle que parase el tren.
Entró
tan de repente que el conductor se asustó.
-Señor,
tiene que parar el tren y reunir a los sospechosos; he descubierto
quién fue el asesino.
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