miércoles, 21 de enero de 2015

Asesinato en el London Exprés. Cuarto y último capítulo:

“Día 21 de noviembre de 1978, se revela el asesino del homicidio de Emma Montrose.”
El tren estaba a punto de llegar a Grandview: su destino.
-Señores, pasen por favor -dijo James.
Los pasajeros se miraban los unos a los otros extrañados, aún no sabían por qué el detective Montgomery les había reunido a todos en el restaurante. Entro el último sospechoso y cerraron la puerta tras él.
-Damas y caballeros, nos hemos reunido aquí para hablar del asesinato de la señorita Montrose -empezó el maquinista.
-Como saben, murió de un disparo al pecho el primer día del viaje en su cabina a las 07:15 p.m., o eso nos hizo creer el asesino -continuó James. -Creyó que podía matarla y luego irse como si nada, pero yo, el detective James Montgomery, no lo voy a permitir. Empezaremos desde el principio. Aquí todos tenían un motivo para matar a la víctima.
-¿Pero qué barbaridad es esa? -exclamó Lauren. -¿Cómo se atreve?
-Señora, cálmese y no se haga la tonta -le dijo James. -Usted misma podría haberlo hecho; vi como Mike Bennett le entregaba unos papeles ayer mismo, se intentó deshacer de ellos, pero yo los encontré -James saca los papeles antiguos. -Son los papeles de un testamento, su marido se murió hace poco de un ataque al corazón, ¿cierto? Y usted vio el testamento, el cual no le gustó lo más mínimo, ya que su marido tan solo había dejado un par de joyas baratas de ningún valor, y no podía dejarlo pasar: contrató a Mike para que le falsificase un testamento igual en el cual dejaba la mayor parte de la herencia a usted y a los hermanos de su marido les dejaba nada más que una casa en las afueras de la ciudad. Puede que la señorita Montrose se enterara y ustedes dos la mataron para mantenerla con la boca cerrada.
-Vale, está bien, yo le falsifiqué el testamento a la señora Aldridge, pero ninguno de los dos mató a Emma -dijo Mike, era de las pocas veces que le oía hablar.
-Déjame terminar, joven -le dijo James.
Mike puso los ojos en blanco.
-Eso no es todo -prosiguió James. -Resulta que el profesor Evans mantenía una relación secreta con la víctima -Christopher se puso blanco-, y tal vez la matara porque la señorita Montrose no quería continuar -Christopher se puso aún más pálido, si es que cabe. -Pero no fue él el que la mató. Su esposa, Elizabeth, se enteró de la relación que mantenían la víctima y su esposo, y pudo matarla de celos, porque no soportaba que su marido la hubiese engañado con aquella chica joven. Pero tampoco fue ella.
La tensión de la sala cada vez era mayor.
-El primer día, poco antes de que mataran a Emma -explicó James-, me encontré un anillo con las iniciales G y S, podía ser de la violinista Grace Shepard o del conde de Saint Germain, les oí discutir sobre un dinero robado. Hace poco encontré una trampilla la cual se abría con un sello que tenía la misma forma que el anillo; es este de aquí -James cogió la mano de la violinista y les enseñó el anillo. -En la trampilla había un maletín con muchísimo dinero, propiedad de una antigua viuda a la que la familia de la señorita Shepard robó. ¿Emma se enteró y por ello Grace la mató? Podría ser, pero no es el caso -el detective Montgomery estaba consiguiendo poner a todos de los nervios cada vez que les acusaba.
El maquinista se fue a seguir el viaje por orden de James.
Mientras decía todo esto iba paseándose por toda la sala, poniéndose delante de cada uno, hasta que llegó al conde de Saint Germain.
-¿Cómo se encuentra, conde? -preguntó James con una sonrisa maliciosa. -Le veo agotado.
El conde no logró mascullar más que un par de palabras inentendibles.
-El verdadero motivo por el cual el asesino mató a Emma Montrose fue porque descubrió el secreto que hizo que mataran a su hermano Charlie, en Grandview. Hace dos años, se lo encontraron muerto en su casa, la policía lo dejó en caso sin resolver y del asesino nunca se volvió a saber -explicó James. -El hermano de la señorita Montrose descubrió un secreto el cual podía cambiar todo, una farsa la cual toda Europa se había creído: la asociación SG no era un inocente trabajo de ilusionistas y magos, era algo mucho más grande que eso. La asociación se ha estado dedicando a producir un gas el cual nos introducirá a todos en una simulación en la que recibiremos órdenes de ellos y no podremos pensar por nosotros mismos, ¡nos utilizarán como soldados de guerra para poder dominar el mundo entero! -todos los pasajeros estaban alucinando, “no podía ser cierto.” -En sus funciones, mientras se encargaban de distraernos con trucos chapuceros, abrían el gas de la simulación por toda la sala haciéndonos creer que era humo de decoración del espectáculo. Tienen una fábrica de gas y experimentos tan grande como una ciudad, ya que, precisamente, está debajo de Grandview: es como una ciudad subterránea.
-¡Usted no tiene pruebas de nada de eso! -el conde de Saint Germain estaba fuera de sí.
-Claro que las tengo -dijo James. -Encontré el arma del crimen en su cabina.
Todos se pusieron a hablar entre ellos, exclamando barbaridades.
-¡Por favor, guarden silencio! -pidió James- voy a contarles que pasó:

Emma Montrose había descubierto el secreto de la asociación SG gracias a algunos antiguos papeles de su hermano, y pensaba ir a Grandview a descubrirlo ante el pueblo; sería el fin de la asociación y el asesino de su hermano, nuestro aquí presente conde de Saint Germain, saldría a la luz. El conde se coló en la cabina de la señorita Montrose y le disparó con un silenciador a las 07:00 p.m., después se fue y disparó con una pistola sin silenciador haciéndonos creer que el disparo fue quince minutos más tarde. Ingenioso, señor conde, pero no lo suficiente.

El tren se quedó quieto; habían llegado a Grandview, sin mí. La policía esperaba fuera, iban a arrestar al conde. Yo prefería que lo ejecutaran: mató a mi hermano.
Todos los pasajeros estaban alterados, nadie podía creérselo. Un policía se acercó al conde con unas esposas:
-Conde de Saint Germain, queda usted detenido por el asesinato de Emma y Charlie Montrose.

Y allí estaba yo, en el andén de la estación de Grandview, viendo como los demás se alejaban sorprendidos por aquel acontecimiento que había hecho sus vidas una pizca más interesantes.

No diré si James Montgomery tenía razón, si todo lo que dijo fue verdad, porque aparentemente el asesino no se salió con la suya... ¿o sí?

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