¿Te crees que por escribirlo en el título de la entrada va a acabar siendo cierto?
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Sigo sin comprender la manera en la que él cogía mi mano.
Corrientes eléctricas corrían por mis venas cada vez que me tocabas, la respiración acelerada.
Posaste un dedo en mis labios: "Sh, no" -susurraste.
Piel con piel, elevándonos hacia lo más alto.
Juro haber rozado el cielo con las yemas de los dedos.
Gemidos en los que me jurabas amor eterno.
Éramos todo sensaciones.
Éramos poesía; tú y yo.
Todo se vuelve oscuro a mi alrededor, creo que estoy sola.
Que por muy alto que ponga a The Pretty Reckless, ni los gritos de Make Me Wanna Die podrán callarte aquella noche cuando me dijiste lo bonita que iba.
Las canciones tristes siempre fueron lo mío y lo sabes;
"-¿Por qué no sonríes?"
¿De veras crees que tenía motivos?
Que yo no era nada
y me hiciste creer en un todo que luego me quitaste de las manos.
Y sólo quiero que nos coloquemos juntos,
que entre vasos de vodka me digas lo mucho que te gusta mi culo,
que nos perdamos el uno en el otro en el asiento trasero de algún coche.
Que mi querida Momsen siempre tuvo razón en que
no puedo tenerte, como tú a mí me tienes.
No sé cómo terminar esto,
cómo terminarnos,
no lo haré.
«nos hemos vestido de la cabeza a los pies con malentendidos [...] baila conmigo hasta el fin del mundo.»
miércoles, 21 de enero de 2015
Asesinato en el London Exprés. Cuarto y último capítulo:
“Día
21 de noviembre de 1978, se revela el asesino del homicidio de Emma
Montrose.”
El
tren estaba a punto de llegar a Grandview: su destino.
-Señores,
pasen por favor -dijo James.
Los
pasajeros se miraban los unos a los otros extrañados, aún no sabían
por qué el detective Montgomery les había reunido a todos en el
restaurante. Entro el último sospechoso y cerraron la puerta tras
él.
-Damas
y caballeros, nos hemos reunido aquí para hablar del asesinato de la
señorita Montrose -empezó el maquinista.
-Como
saben, murió de un disparo al pecho el primer día del viaje en su
cabina a las 07:15 p.m., o eso nos hizo creer el asesino -continuó
James. -Creyó que podía matarla y luego irse como si nada, pero yo,
el detective James Montgomery, no lo voy a permitir. Empezaremos
desde el principio. Aquí todos tenían un motivo para matar a la
víctima.
-¿Pero
qué barbaridad es esa? -exclamó Lauren. -¿Cómo se atreve?
-Señora,
cálmese y no se haga la tonta -le dijo James. -Usted misma podría
haberlo hecho; vi como Mike Bennett le entregaba unos papeles ayer
mismo, se intentó deshacer de ellos, pero yo los encontré -James
saca los papeles antiguos. -Son los papeles de un testamento, su
marido se murió hace poco de un ataque al corazón, ¿cierto? Y
usted vio el testamento, el cual no le gustó lo más mínimo, ya que
su marido tan solo había dejado un par de joyas baratas de ningún
valor, y no podía dejarlo pasar: contrató a Mike para que le
falsificase un testamento igual en el cual dejaba la mayor parte de
la herencia a usted y a los hermanos de su marido les dejaba nada más
que una casa en las afueras de la ciudad. Puede que la señorita
Montrose se enterara y ustedes dos la mataron para mantenerla con la
boca cerrada.
-Vale,
está bien, yo le falsifiqué el testamento a la señora Aldridge,
pero ninguno de los dos mató a Emma -dijo Mike, era de las pocas
veces que le oía hablar.
-Déjame
terminar, joven -le dijo James.
Mike
puso los ojos en blanco.
-Eso
no es todo -prosiguió James. -Resulta que el profesor Evans mantenía
una relación secreta con la víctima -Christopher se puso blanco-, y
tal vez la matara porque la señorita Montrose no quería continuar
-Christopher se puso aún más pálido, si es que cabe. -Pero no fue
él el que la mató. Su esposa, Elizabeth, se enteró de la relación
que mantenían la víctima y su esposo, y pudo matarla de celos,
porque no soportaba que su marido la hubiese engañado con aquella
chica joven. Pero tampoco fue ella.
La
tensión de la sala cada vez era mayor.
-El
primer día, poco antes de que mataran a Emma -explicó James-, me
encontré un anillo con las iniciales G y S, podía ser de la
violinista Grace Shepard o del conde de Saint Germain, les oí
discutir sobre un dinero robado. Hace poco encontré una trampilla la
cual se abría con un sello que tenía la misma forma que el anillo;
es este de aquí -James cogió la mano de la violinista y les enseñó
el anillo. -En la trampilla había un maletín con muchísimo dinero,
propiedad de una antigua viuda a la que la familia de la señorita
Shepard robó. ¿Emma se enteró y por ello Grace la mató? Podría
ser, pero no es el caso -el detective Montgomery estaba consiguiendo
poner a todos de los nervios cada vez que les acusaba.
El
maquinista se fue a seguir el viaje por orden de James.
Mientras
decía todo esto iba paseándose por toda la sala, poniéndose
delante de cada uno, hasta que llegó al conde de Saint Germain.
-¿Cómo
se encuentra, conde? -preguntó James con una sonrisa maliciosa. -Le
veo agotado.
El
conde no logró mascullar más que un par de palabras inentendibles.
-El
verdadero motivo por el cual el asesino mató a Emma Montrose fue
porque descubrió el secreto que hizo que mataran a su hermano
Charlie, en Grandview. Hace dos años, se lo encontraron muerto en su
casa, la policía lo dejó en caso sin resolver y del asesino nunca
se volvió a saber -explicó James. -El hermano de la señorita
Montrose descubrió un secreto el cual podía cambiar todo, una farsa
la cual toda Europa se había creído: la asociación SG no era un
inocente trabajo de ilusionistas y magos, era algo mucho más grande
que eso. La asociación se ha estado dedicando a producir un gas el
cual nos introducirá a todos en una simulación en la que
recibiremos órdenes de ellos y no podremos pensar por nosotros
mismos, ¡nos utilizarán como soldados de guerra para poder dominar
el mundo entero! -todos los pasajeros estaban alucinando, “no podía
ser cierto.” -En sus funciones, mientras se encargaban de
distraernos con trucos chapuceros, abrían el gas de la simulación
por toda la sala haciéndonos creer que era humo de decoración del
espectáculo. Tienen una fábrica de gas y experimentos tan grande
como una ciudad, ya que, precisamente, está debajo de Grandview: es
como una ciudad subterránea.
-¡Usted
no tiene pruebas de nada de eso! -el conde de Saint Germain estaba
fuera de sí.
-Claro
que las tengo -dijo James. -Encontré el arma del crimen en su
cabina.
Todos
se pusieron a hablar entre ellos, exclamando barbaridades.
-¡Por
favor, guarden silencio! -pidió James- voy a contarles que pasó:
Emma
Montrose había descubierto el secreto de la asociación SG gracias a
algunos antiguos papeles de su hermano, y pensaba ir a Grandview a
descubrirlo ante el pueblo; sería el fin de la asociación y el
asesino de su hermano, nuestro aquí presente conde de Saint Germain,
saldría a la luz. El conde se coló en la cabina de la señorita
Montrose y le disparó con un silenciador a las 07:00 p.m., después
se fue y disparó con una pistola sin silenciador haciéndonos creer
que el disparo fue quince minutos más tarde. Ingenioso, señor
conde, pero no lo suficiente.
El
tren se quedó quieto; habían llegado a Grandview, sin mí. La
policía esperaba fuera, iban a arrestar al conde. Yo prefería que
lo ejecutaran: mató a mi hermano.
Todos
los pasajeros estaban alterados, nadie podía creérselo. Un policía
se acercó al conde con unas esposas:
-Conde
de Saint Germain, queda usted detenido por el asesinato de Emma y
Charlie Montrose.
Y
allí estaba yo, en el andén de la estación de Grandview, viendo
como los demás se alejaban sorprendidos por aquel acontecimiento que
había hecho sus vidas una pizca más interesantes.
No
diré si James Montgomery tenía razón, si todo lo que dijo fue
verdad, porque aparentemente el asesino no se salió con la suya...
¿o sí?
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