miércoles, 25 de diciembre de 2019

Balance 2019.

Voy a hacer un repaso de este año tan loco al que le quedan apenas cinco días.

El primer propósito, dejar de fumar, estuve a punto de cumplirlo (prometido), pero pasaron cosas y aquí estamos gastándonos el dinero y los pulmones en un vicio asqueroso.

Puedo, sin embargo, decir con orgullo que hacer ejercicio y adelgazar los considero propósitos alcanzados en un 75%, que ya es más de lo que se puede decir de dejar de fumar.

El propósito de los libros, que parecía el más fácil, no lo he alcanzado ni de lejos. Igual me habré leído 15 de los 30 que me habría gustado, pero he aprendido que no pasa nada si una historia no me gusta; por dejarme una novela a medias el escritor no se va a enfadar. El día tiene las horas que tiene, no hace falta ser tan exigente conmigo misma.

Otro motivo de orgullo es todo lo que he estudiado y aprendido, no solo en la universidad, sino apuntándome a la escuela de idiomas, al carnet del coche, y simplemente teniendo curiosidad.

El alcohol, otro vicio asqueroso. Vale que aún soy joven, que la gente de mi edad no tiene la sensatez de beber con moderación, pero yo quiero ser así, yo quiero controlar lo que hago, acordarme después y no morirme de vergüenza cuando me cuentan las cosas que dije.

Ha habido días y días, semanas en que me veía en la cima del mundo pero de un día para otro ya estaba cayendo en picado. Me hace gracia porque me propuse para este año subir la autoestima y ser más fuerte, y lo puse así, como si tan solo con desearlo se fuera a cumplir. Sé objetiva, Sofía, es difícil.
Como también lo es compararse con los demás, simplemente lo veo como algo imposible de evitar. Y sé que todo el mundo lo hace, pero no puedo dejar que se vuelva una obsesión y que me llegue a afectar a estos niveles. Tengo que querer a mi cuerpo, pero aún me queda un largo caminito para seguir.

Y sí, es cierto que no todo ha sido malo, me he portado como una reina con gente que conmigo tiene el cielo ganado, y no me arrepiento ni un poquito, aunque igual ya no tengamos la misma relación. "De buena, tonta", pues no, hay límites, cuando se debe tener carácter se tiene, y se le cantan las 40 al gilipollas de turno que la vida te ha metido delante; pero a los demás, siempre intentando que estén cómodos, haciéndoles reír y preocupándome por ellos.

Entonces, ¿cuál ha sido el balance de 2019? ¿He conseguido ser feliz? 

Diez minutos llevo mirando la pantalla y, honestamente, no tengo ni idea de cuál es la respuesta. Al final tendrá razón mi mejor amiga en que no se puede ser feliz, solo estarlo. Me parece una idea súper fea y algo triste, pero quizás la vida es así, con sus subidas y bajadas, y la solución está en encontrar un equilibrio.

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